El 7 de agosto la Iglesia Católica celebra a San Cayetano, patrono del pan y del trabajo. Tradicionalmente su santuario del barrio de Liniers, es visitado por numerosos fieles que acuden para agradecer o para pedir su ayuda. También han confluido allí multitudinarias manifestaciones para reclamar a los gobernantes la aplicación de políticas que atiendan a las necesidades populares.
La imagen de San Cayetano arribó a la zona de Liniers en 1875 gracias a la Sociedad Hijas del Divino Salvador, que fundó una capilla y un colegio. El templo de San Cayetano se construyó en el año 1900, pero no comenzó a ser parroquia sino hasta el 18 de enero de 1913.
La devoción por San Cayetano se hizo popular a partir de la crisis de la década de 1930, cuando ante la desesperación de los sectores obreros, el párroco Domingo Falgioni organizó una pastoral impulsando la veneración del santo, que comenzó a ser el del «pan y el trabajo». Fue el padre Falgioni, quien imprimió una nueva estampa que incorporó la iconografía de San Cayetano con la espiga de trigo.
Desde entonces multitudes de todas las clases sociales del país y de naciones limítrofes acuden los días 7 de cada mes y especialmente el 7 de agosto, a pedir o agradecer
Este año, los festejos comenzaron el día de ayer con una misa vespertina, en tanto miles de personas aguardan recibir la bendición del sacerdote y contemplar, al menos por algunos segundos, la imagen del Santo. También hubo espectáculo de fuegos artificiales, festival de Música, previa entonación del Himno Nacional Argentino, ejecutado por una banda policial, y la presentación de grupos musicales como La Tranquera, Hogar de Cristo y Umachaqui.
La Misa de las 18.00 estuvo presidida por Monseñor Gustavo Oscar Carrara, recientemente designado como vicario general porteño por el Arzobispo de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva. Monseñor Carrara señaló que la festividad convierte al Santuario “en el corazón de un pueblo que pide paz y trabajo, una caja de resonancia para todo el país«.
Hoy, a las 11 horas, tuvo lugar la Misa Central, oficiada por el arzobispo de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva, quien en su homilía señaló que “Le pedimos a San Cayetano un trabajo digno y bien remunerado; le pedimos paz para nuestro pueblo atravesado por la violencia de la inseguridad social y económica; la inseguridad de no tener un futuro alentador, ni esperanzas para los hijos y nietos; le pedimos políticas públicas que reconozcan el esfuerzo y la actividad de tantos hermanos que se desloman todos los días”. E hizo referencia a la palabras del papa Francisco: “En una sociedad realmente desarrollada, el trabajo es una dimensión irrenunciable de la vida social, ya que no es solo un modo de ganarse el pan, sino también un cauce para el crecimiento personal para establecer relaciones sanas, para expresarse a sí mismo, para compartir dones, para sentirse corresponsable en el perfeccionamiento del mundo, y en definitiva, para vivir como pueblo”.