Escribe Myrtha Schalom (*)
“Una mirada desde la alcantarilla puede ser una visión del mundo” Alejandra Pizarnik, poetisa argentina 1936-1972
A fines de 1980 yo no sospechaba que aquél pensamiento de Pïzarnik prologaría mi libro “La sangre que corre”. En ese entonces, un amigo director de teatro propuso que escriba una breve obra campestre. Él estaba dispuesto a montarla en la arena de un circo ubicado en el barrio de Mataderos. La novedad, consistiría en estrenar la obra como cierre al finalizar la clásica demostración circense.
Muy entusiasmada, me propuse encontrar al personaje popular que haya dejado huellas en la historia barrial. De la necesidad, surgió la investigación sobre el mítico boxeador Justo Suarez, el Torito de Mataderos. Me acerqué a pedir ayuda a vecinos memoriosos que generosamente dieron su tiempo, información documentada en libros, periódicos, revistas deportivas y anécdotas de quienes lo conocieron. Lamentablemente, el dueño del circo no pudo esperar. Levantó la carpa y se marchó.
Apenada guardé mis apuntes. ¿El destino? No sé. Tal vez la memoria se hizo cargo de poner ante mis ojos, ese material y en diciembre del 2001, escribía escenas de la novela anclada en el barrio de la carne. Estaba conmovida y asustada por los sucesos violentos que ocurrían en el país. ¿Qué nos estaba pasando como sociedad? Eso que nos pasaba era real. Como en el matadero, la faena del carneado.
El boxeo iluminaba mi escritura. Los personajes se cruzan, debaten, sufren, aman, pelean, ambicionan.
Fragmentos:…”¿Sos famoso Torito?
Se le anudó el estómago al recordarse de nueve años en el matadero, juntando “mucanga”. En marzo de 1930, se convirtió en el nuevo campeón argentino de los livianos por derrotar a Julio Moccoroa. Ese muchacho de sonrisa gardeliana, ¡había vencido al Bulldog Platense!
A Justo Antonio Suárez le pareció oír arrastradas estrofas de “Muñeco al suelo” desde alguna de las piezas del conventillo que balconeaban al patio (1). Él ya era alguien…”
Justo reunía todas las condiciones para convertirse en mito: infancia pobre. Llenaba con otros niños baldes con la grasa que bajaba por canaletas de los mataderos, para llevar a los fabricantes de velas y jabón y ganar 10 centavos por balde. Fue lustrador, vendedor de diarios, en el matadero cargador de reses. Coraje ilimitado en el ring y simpatía afuera.
Antes, en la prehistoria deportiva se forjaban los ídolos de boca en boca, de emoción en emoción y no cabían dudas en la memoria popular. Sólo se necesitaba pasta para llegar a la cima del reconocimiento.
“…–No dejes de darle a la bolsa. Mové cintura, mové. Mañana te pongo delante al Turco para que te acostumbres a pegar arriba del cinturón. Buscá el cuerpo a cuerpo y ponéle una izquierda seguida por un cross de derecha. ¿Me entendiste, farabute? –lo apuraba el sparring.”
“… –Basta, tengo los bofes afuera. Vamos a la balanza y vas a ver cómo bajé. Antes de trepar, se secó la transpiración y expiró todo el aire de sus pulmones, como si eso fuera a bajarle unos gramos a los 61,3 kilos. El fiel de la balanza se mantenía impasible. ¿Qué le importaban a esa aguja, dentro del armatoste con nombre alemán, los vaivenes en el peso del Torito? «Peso liviano, tenés que clavarte ahí» escuchaba la cantinela de Pepe Lectoure, su manager…”
Boxeador fiel a su clase social, se casó joven con Pilar Bravo, una bella telefonista madre de Enrique, su único hijo. Estados Unidos, más peleas ganadas, ascenso social, ropa importada, lujoso coche amarillo… Otro viaje al Norte para enfrentar en el Madison Square Garden a Billy Petrolle, conocido como locomotora Fargo, lo derrumba. Es el principio del fin. Pilar con el niño, lo abandonó y se radicó en París. En Buenos Aires, sábado 12 de marzo de1932 sobrevino su caída estrepitosa. Una de las noches más tristes que recuerde el deporte argentino. La dupla José Lecture – Ismael Pace estrenó su propio estadio: el Luna Park, para ser los reyes de la actividad. Era lógico que la primera gran pelea la protagonizara el hombre, que a base de sus recaudaciones, había sido fundamental para conseguir el medio millón de pesos que insumió la construcción del estadio. Suárez enfrentaba a Víctor Peralta. El Luna Park se llenó para verlo a él. Pero la tuberculosis se lo arrebató.
“…- La pendiente hacia el río les dio vista al Luna Park. Una marea de sombreros flotaba a ritmo lento. La calle Corrientes se ensanchaba a espaldas de Berta, la mujer que lo amó en silencio. ¿De dónde había salido tanta gente? Apretados, todos pretendían acercarse al féretro. Como los miles de vacas y terneros que suben todas las mañanas por mangas hacia la muerte, se dijo Berta, y pensó que los sucesos del pasado que había asentado en su diario personal, permanecerían intactos. Se estremeció con el sufrimiento de los otros. Tenía el suyo bien guardado en la correntada que se aceleraba en el corazón. Apretó más la mano de Gabriel, su hijo del corazón. El chico la miró mientras seguían caminando. En un impulso, la hizo detener para darle un rápido beso en la mejilla. Los policías los apuraron para evitar el amontonamiento. Faltaba poco. Desde el altoparlante del Luna Park, les llegó la voz de Raúl Landini: – ¿La vida de este hombre se contará tan sólo por las setenta y cinco peleas ganadas y dos, perdidas? El bravo Torito de Mataderos, es también pueblo, bondad, renunciamientos. Jamás te olvidaremos.” Las sentidas palabras de aquel boxeador y amigo aflojaron a Berta. Se dijo: Otros rostros vivirán otros amaneceres; él no. Soltó la mano del niño para buscar en la cartera un pañuelo. No importaba que la vieran llorar. Todos lagrimeaban…”
Justo Suárez pasó como un relámpago por la vida. Nació el 9 de enero de 1909 en una casa modesta, vecina a los corrales de Mataderos, y falleció en Cosquín, provincia de Córdoba el 10 de agosto de 1938.
(1) “Tango Muñeco al suelo” Letra: Venancio Juan Pedro Clauso y Música: Modesto Hugo Papávero. Año 1930
Orquesta de Francisco Lomuto. Canta: Charlo:
https://www.youtube.com/watch?v=0GZCs2pOQqg
(*) Myrtha Schalom, porteña, escritora, guionista, dramaturga, que ha recibido distinciones nacionales e internacionales. Es autora de La Polaca, sobre la vida de Raquel Liberman, inmigrante polaca judía que en 1930 denunció ante la Justicia a la red de trata Zwi Migdal, .y La sangre que corre, una novela que a partir de la historia de una mujer y su vínculo con Justo Suárez, construye una metáfora de la violencia en Argentina.