Nueva Cervecería Argentina, historia de una utopía

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Escribe Liliana Elguezabal

En la manzana delimitada por las calles Bragado, Saladillo, Tapalqué y Av. Gral. Paz, donde hoy está el Supermercado Carrefourd, se encontraba la Nueva Cervecería Argentina, uno de los establecimientos industriales más importantes del barrio de Mataderos.

Un fascículo especial, publicado en Caras y Caretas, cuenta que la planta industrial, que se inauguró en 1933, ocupaba 12.000 m2 e incluía un edificio de 5 pisos en Saladillo 2275. Poseía una sala de cocimiento y de producción para 1.500 hectolitros de cerveza por día.

Calderas de maceración, de cocimiento, de filtración, de enfriamiento, molinos, silos, depósitos, salas de almacenamiento, laboratorio químico, condensadores de amoníaco –enfriados continuamente con duchas de agua-, salas de fermentación con enormes tinas de roble de Eslavonia, salas para la preparación de la levadura, sótanos con cámaras frigoríficas constantemente a 1 grado y la sección de botellería, eran parte de esas instalaciones. También contaba con talleres propios de metalurgia y carpintería. Se trabajaba 24 horas diarias con cuatro turnos y descansos compensatorios.

Fabricaba cerveza negra, de tipo “Munich”, bajo la marca “Cerveza Mayo”. También producía cerveza rubia –“ámbar”-, tipo “Pilsen”, con el nombre comercial de “Blanca” y malta “Mamita”, menos alcohólica, más dulce y con propiedades nutritivas, por lo que era recomendada para mujeres, niños y enfermos.

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La Nueva Cervecería Argentina se formó bajo el nuevo régimen cooperativo, con el aporte de 5985 socios. José María Franco fue uno de los directores, junto al ingeniero y químico Hans Wernaer y Juan Govi, a cargo de la administración.

El cooperativismo llegó a la Argentina con las primeras oleadas de inmigrantes europeos a fines del siglo XIX. Legalmente se enmarcó primero en la reforma del Código de Comercio de 1889, cuando se incorporaron los artículos sobre sociedades cooperativas. En 1926 se promulgó la ley 11.388 que fijó las condiciones para su existencia legal. En 1928, una estadística del Ministerio de Agricultura registraba 79 cooperativas urbanas ubicadas sobre todo en la Ciudad y provincia de Buenos Aires.

En una nota publicada en el diario Tiempo Argentino en diciembre 1998, Gabriela Cerioli, bisnieta de uno de los impulsores de este emprendimiento, cuenta su historia, a través de la historia de su familia.

José María Franco había llegado a Buenos Aires desde La Coruña a fines del siglo XIX y se instaló en un conventillo de La Boca. Luego de años de trabajo y esfuerzo logró comprar una casa con local a la calle en Boedo, donde instaló su negocio de embotellado y despacho de bebidas. En el local de Carlos Calvo y Quintino Bocayuva recibían toneles, embotellaban y distribuían. Era una empresa donde trabajaba toda la familia.

Luego de la crisis del 29, un grupo de argentinos e inmigrantes europeos decidieron crear una cooperativa. José María, invitado por uno de sus proveedores, se sumó a la iniciativa, a la que casi 6 mil personas aportaron sus pequeños capitales.

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En la primera mitad del siglo pasado la industria cervecera había crecido a niveles inimaginados. En 1888 el alemán Otto Bemberg había fundado la Cervecería Argentina, que el 31 de octubre de 1890 «tiró» el primer chop. Desde entonces comenzó a venderse con la marca “Quilmes”. En 1925 esta compañía ya había inaugurado 9 sucursales en Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba.

Ante la aparición de otras cervecerías, la fábrica de Quilmes comenzó a implementar lo que en economía se conoce como dumping. “Los Bemberg vendían por debajo del costo”, se quejó José María Franco hasta su muerte, años después de que sus sueños cooperativos fueran destruidos por una empresa que hasta prefirió perder dinero para adueñarse del mercado.

Las acciones de la cooperativa terminaron archivadas en el mismo baúl con el que José María había cruzado el Océano Atlántico.

Una utopía no es algo inalcanzable, es el horizonte hacia el que nos dirigimos. Esta historia nos habla sobre la búsqueda de un camino para construir, juntos, un futuro mejor, con trabajo y beneficios para todos y sobre los obstáculos que se presentan. Seguiremos caminando hacia ese horizonte.

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Fotografía área de 1940. Se ve la planta industrial de la Nueva Cervecería Argentina. La Av. Gral. Paz aún no se había construido.

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